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martes, 11 de enero de 2011

Diario de una yonki II: mi chalet en la sierra de Hyjal

Pues nada, como ya decía en la entrada anterior, comencé mi andadura de la dura labor de subir a nivel 85 en Monte Hyjal. Esta zona, situada en Kalimdor, es nueva para la expansión y la verdad es que ya la conocíamos por la mazmorra de raid de 25 de la Burning Crusade en la que teníamos que salvar al árbol del mundo, Nordrassil, de Archimonde. No guardo un cariño excesivo por esta mazmorra, ni siquiera por el jefe, porque cuando uno va a matar a un jefe no puede ser después de estar 7 horas de raid y por cojones. La gente tiene que descansar, y es normal que no se tire 8 y 9 horas en el juego muriendo una y otra vez delante de Archimonde. Pero bueno, como esto es cosa del pasado y sobre cabezonerías no puedo ser la primera que tire la piedra, lo voy a dejar como simple anécdota el hecho de que Archimonde fuera uno de los jefes más difíciles de toda la Burning Crusade, incluso más que Illidan, que era un blandito.

Total, que primera vuelta por Hyjal cortesía de Vuelo Esmeralda SA y mira tú por donde que me encuentro la reunión perfecta, Alamuerte con Ragnaros.

¿qué hace un dragón con un elemental de fuego gigante? nada bueno desde luego.

¡Pero si yo había matado a Ragnaros en Núcleo de Magma! Pues nada, ya podéis ver que el Raid no funciona como siempre y no los mata bien muertos...

sábado, 8 de enero de 2011

Diario de una yonki I: Cataclismo 1.0

Le dedico esta entrada (o colección de entradas) especialmente a un amigo mío llamado Kaitoren (evidentemente, este no es su nombre real, y no os pienso decir su nombre xD), que siempre se murió de ganas por saber que pasa por la cabeza de un yonki del WoW. Vale, puede que yo no sirva exactamente porque no juego tanto como cabría esperar a un verdadero yonki (a parte de tener pareja, amigos y trabajo, tengo una revista que preparar todos los meses y sigo estudiando... eso me quita mucho tiempo del WoW xDD), pero oye, era lo más cercano que tenía ahora mismo a mano.

De paso, esto va a servir de diario para que yo me acuerde de lo mucho que me está costando subir de nivel al 85 (esto es un infierno). Así pues, empiezo:

Cuando entré en el juego, lo primero que hice fue ver que mis queridos talentos que tanto esfuerzo me habían costado decidir, ¡habían desaparecido! y bueno, que los muy cabrones de Blizzard me habían dejado fuera de Forjaz con la tontería del Cataclismo y mi barrita no era azul, sino morada (¬¬ no quieren que suba de nivel). Total, que yo toda traumatizada y con mi equipo de no-muerta heredado de ICC, me doy una vueltecita por Gnomeregan (que triste lo que han dejado, eso no es ciudad ni nada, pero da igual, ¡Ya los hemos largado de Forjaz! me siento como una madre cuando su hijo se va de casa a los 40 años) y nada, pues pienso ¿no era Ventormenta donde sale Alamuerte en la pantalla de carga? ¡Vamos a verla!

Y Ventormenta sí que ha cambiado, un poco, no mucho, pero ahora tenemos un príncipe que ya no es un niño. Aunque eso sí, se parece un pastizal al príncipe Edward de la película "El príncipe y yo". Para prueba, un botón:

En ocasiones veo príncipes...

El cataclismo llegó (y también a mi bolsillo)

Dejando a un lado los motivos por los que haya vuelto después de dejar el juego tras un año casi (en abril lo cumplía) y que están íntimamente ligados al hecho por el cual haya vuelto (soy una chica misteriosa, es que si una no guarda el misterio, nadie lo hará) y no tiene que ver con el dinero, a pesar del título, sino con las relaciones humanas.

Hay que miedito, que se me come el dragón

Hubiera puesto la mano en el fuego después de mi primera hermandad (que se llamaba Ayshane, por cierto) en la cual me sentí verdaderamente integrada que nunca más volvería a fiarme de nadie. Después de una mala racha en una hermandad "pro" y de dejar el juego, asqueada por la gente, volví. Y fue en esa ocasión en la que hice amigos, de esos de los cuales te apetece jugar con ellos todos los días y aguantarlos y tal. Y es entonces cuando te das cuenta que el juego realmente no es tan maravilloso, sino que son los compañeros del día al día lo que lo hacen divertido. Y muchas veces, me temo, no sabemos valorarlo como tal hasta que no lo perdemos o nos hemos dado cuenta de que lo hemos perdido.

Y es que yo no dejé el juego porque me dejara de gustar, sino porque me sentí sola y sin fuerzas para volver a comenzar. No sé si muchos habrán sentido esto, pero el WoW es para esto único completamente, nunca jamás me había pasado esto con ningún juego. Yo los dejaba y punto, cuando me acordaba, volvía si me apetecía, pero nunca hubo esa necesidad de saber de la otra gente, o de sentirse traicionada o cosas así. Qué levante la mano quien no se haya sentido traicionado alguna vez en el WoW, serán pocos y la mayoría autistas.

La naturaleza humana y su necesidad social es lo que nos hace como somos y hace que este juego siga hacia adelante, porque no son sus gráficos, ni su increíble jugabilidad, sino la fórmula de conjugarlo todo, el unir la amistad con la estrategia y creo que ahora sí han acertado: las raids de 10 con el mismo equipo que las de 25, favorecerán esas pequeñas hermandades de compañeros que se conocen perfectamente y que juegan por placer a pesar de ser jugadores serios. No tienes que contar con los otros 24 para que una cosa salga bien, es más fácil que los otros 9 lo arreglen antes. Así encuentras menos estrés y más diversión y disfrutar realmente más el juego, que es a lo que vamos todos, a sacarle el jugo. Creo que ahora no hará falta ser un yonki sin vida enganchado todo el día al juego para ser un jugador high-end. Tendrá su dedicación, claro que sí, es un juego difícil, pero el envoltorio de 10 es muy más atractivo que el de 25.

Y aquí estaba yo esta tarde comprándome en la Fnac mi Cataclysm y mi tarjetita prepago más contenta que unas pascuas, pero no porque fuera a jugar, sino con quién me iba a encontrar dentro del juego.

Como soy una friki irremediable y me encanta sacarle los cuartos a la gente, de las primeras cosas que he hecho nada más entrar al juego es, a parte de darme una vuelta e ir a Gnomeregan a ver que había pasado con los gnomos y a pedirles que me pagaran la cuenta del piso que tenían en alquiler en Forjaz, me he metido en el nuevo Monte Hyjal (precioso) y me he puesto a pescar.


si parece que estoy volando en la foto, es ¡por qué lo estoy haciendo! que para algo soy sacer y tengo levitar XD.